viernes, 24 de junio de 2016

Justo ahí ( esattamente là, dove finisce la Metro)



Lo tengo justo ahí, en ese huequito oscuro de la espalda, junto a la peca de la nalga, en donde se me acaban los huesos y anidan las abubillas verbeneras, justo donde se me abre el cuerpo y todo se precipita hacia lo interno. Entre el dedo pulgar de la mano y el más chiquitito del pie derecho. Lo tengo ahí, justo en el medio de toda la sed, de la resaca de Saturday night, del temblequeo de los párpados desnudos y secos.

El signo del instinto, con todo su torbellino voraz de luces naranjas y tirolinas y emblemas.

Por entre los libros abiertos, las líneas imaginarias que siguen los aviones para desplazarse de un punto a otro, sobre la raya del pelo.
En la sonrisa que me sonroja cada vez que descubro un nombre propio escondido en alguna palabra que escribo.
Tiemblo desde las células a los acentos, desde la nota musical a la voz aguda del corista. 
En el ay y en el labio mordido desde la derecha.

Por ahí anda, justo ahí, por los bordes del hemisferio.