viernes, 24 de junio de 2016

Pero sí algunos besos (Nel bar dei weekend, dove si ci va sempre, circa le 23:00 h)


Respeta este instinto fabuloso que me aflora cada vez que te beso, ése en el que  mi cuerpo pareciese vivir en una happy hour inglesa en la que me pongo ciega de tekila y tras la que siempre siempre, me quedo con sed. 

Es tan raro, que prefiero quedarme de lado, en la parte exterior de tu ceja y lamerla desde ahí para calmarme.

Me aterroriza no saber describir lo que siento que quiero que exista pero deseo que dure un ratito más hasta que me harte, mute y se desluzca: con 6 besos explicativos de cómo es una existencia, a otra existencia, sin perder el turno para explicarse, a ver si cuela. 

dos insectos instintivos, espasmódicos, que revolotean airados alrededor de la farola y no dejan de rozarse. 

una alumna tímida, traviesa, que siempre está atenta. Con los órganos siempre dispuestos -siempre impacientes, por dentro-, en ese momento en que los labios hacen equilibrios forzados sobre la cuerda floja y pasan de sonreír más.  

un inventario de todas las ideas que se me ocurren, sobre tus mejillas, cuando las cubro con mis manos y me aprieto.

un músculo que te dilata y que te hace más profundo el ombligo.
la curiosidad que seguramente matará siete veces a una leona del Atlas y la devolverá de nuevo a su estantería.
quedarme de puntillas bajo alguna mesa con ganas de trincarme otro chupito frenético.  

Es posible que no necesitemos besos como los que se dan los enamorados. Pero sí algunos besos. De los que se abren, les crecen manos y se bailan. De los que dan asco cuando los ves en los demás. De los que hacen que maldigas las callejuelas del centro. De ésos.