He pasado otra noche escondida por algún antro de la Ciutat Podrida. Porque mola estar aquí, en tus idiomas simplemente por eso, acompañada de algún superhéroe con calcetines de sky y bufanda. El Fénix del Remordimiento camuflado entre los algodones por los que camino. Muchachas preciosas y ebrias se contonean, se tapan con las manitas y ya no saben qué decirme. Pues Adiós, con eso ya me basta. Venga, hasta mañana... Necesitas que te acompañe a casa o dominas el pedal? Antes tiritaron las botellas sobre la mesa como si quisieran escapar, sintiendo la amenaza de que ellas ya nunca serán las únicas que engulliré por decenas. Lo son hoy, ay mis queridas Estrellas. Es que yo y la Moritz, yo es que soy de allí a lo lejos... de las que no tienen casa ni universidad por aquí cerca. Me invitas a la última en tu casa? Y allá que me lleva. Ay Estrella... Me ayuda a ponerme el abrigo, le doy un beso de esos que te dejan con la boca seca y la lanzo al aire para que vuelva a su cuarto cerca de Ciutadella. Estrellita estrellita... y me guiña un ojo y me concede un deseo. Volver a verte. Joder, qué bonito. Era bretón, creo, el chico con el que me subí al Metro en Liceu. Aquel bar donde empezamos no salía en una película francesa?
Aventura de estar loca en una noche de invierno que, como siempre, se hace corta. El arte de vivir, o eso dicen, que por las mañanas me parece tan divertido cuando contemplo los altares rotos, las caritas de las niñas con el maquillaje destrozado y que ya no pueden soñar con nada más que en seguir existiendo hasta llegar a casa, incómodas y con las medias rotas. Tengo los recuerdos a flor de piel cuando la luz acaricia mis pupilas encogidas por el sueño y me siento congelada.
Esta noche también he ganado y camino por las aceras de la ciudad inventada acariciando las farolas que tintinean. Hasta mañana - le digo a la Ciutat macarra- gracias. Araña mis intenciones el Prometeo madrugador, mis nuevas heridas que empiezan a cicatrizar, mi jersey negro bañado de sudor y cerveza, los primeros rayos que falcan mis bolsillos, llenos de notitas que me recuerdan todo lo que ha pasado o lo que me han dicho. Y, de camino a casa, me voy deshaciendo de los recuerdos, dejándolos en las esquinas, para no perderme por si vuelvo. Dejo barquitos sobre los bancos, alegro la ciudad, otorgo sonrisas a los sin techo y a los enamorados. En ese billete de tren alguien escribió Rosebud. A saber quién y qué coño me decía. Joder, cómo me gusta Barcelona.
Me duele todo. E instintivamente me acaricio los hombros. Ayer, cuando llegué, todavía le quería. Esta noche no recuerdo si lo he hecho, quizá lo recuerde mañana, no? Me quedan tantas horas de corazón que desespero y me saturo, tantos segundos de encajar los recuerdos y de rescatar los importantes del anonimato antes de que escapen de mi memoria reciente, que luego voy por la calle, la gente me saluda y nunca entiendo por qué. Hay humanos esbeltos en mis ojos. Uno llevaba rastas. Remata mi felicidad un hombre astuto, Sr. Invierno anda preocupado y se rasca la barba blanca frunciendo el ceño -mi amigo del alma, mi gran amigo-. Vámonos de viaje, me dice. Primero necesito dormir, luego ya te llamo. Y me quito el muerto de encima. Qué manía tiene todo el mundo de empezar conversaciones cuando más ganas tienes de llegar a casa... y le doy la espalda chutando latas, haciendo ruido, cruzando semáforos de calles muy anchas y apretándome la chaqueta contra el pecho porque es cierto, hace frío cuando dialogas con el Invierno.
Me río vilmente y con la boca inclinada y me dejo llevar por este desespero luminoso, áspero y lento. No tengo prisa. Siempre me ha encantado patearme media Barcelona cuando es muy temprano y la luz es blanca y plana y no se escucha casi nada. En realidad, me encanta Barcelona. Espera, que me despisto y me hago un lío con las calles.
Date cuenta -me repito- no te dejes engañar ni por Evas ni por rinocerontes rosas... que ni siquiera sabes si existen porque de noche ves lo que quieres. Se descubre la luz y abre las puertas violentamente. Me has asustado, tia. Y vuelven las formas originales -las que yo no quiero contemplar a medianoche porque ya estoy harta de realidad y me desfogo cambiándole los colores: los cuadrados, los círculos y los armarios. No me gustaron jamás los armarios. Por eso escribo, para ahorrar espacio al amontonar y guardar cosas. Ni siquiera saco fotos de los lugares que visito, me molesta tener que recordar las cosas así, los jodidos armarios. Y vuelven los gritos de los gallos, las señoras que cantan Camilo Sesto mientras tienden la ropa y los portazos. Ya tengo otro morado en la pierna, como cada mañana.
Quisiera quitarme esta espinita de trasnochadora y de vividora, acariciar tres días más mi piel, así, para no olvidarme de tantas risas ni de tantos olores. Me resigno a entenderla y a desnudarme y ponerme el pijama de boxeadora para meterme de hostias con las ilusiones por si se pasan de la raya, que a mi se me engaña fácilmente y mi Super Yo freudiano ha tomado medidas. Y lo bonito que es... y acabo teniendo sueños eróticos con Super Yo vestido de Guardia Suiza, por ser el Poli, hasta el mediodía. Con sus cascabeles y todo, eh? Duérmete ya, loca. Tienes razón. Desaparezco.
Y me abrazo a la almohada pensando que es una palmera. Una de las de la Rambla del Raval o de la Barceloneta.
Dejadme disfrutar de la resaca de Poble Sec en el cuerpo, de la de las tabernas marineras, como mínimo 6 horas, cagunDeu!.
No te conozco, Yèssica. La mujer de fuego, la que vivía con un demonio, nunca puede tener frío. Me ha gustado lo de las notitas, me ha recordado aquella gran película llamada 'Memento'. A mí tampoco me gustan los armarios. Tiro todo lo que puedo. Vacíos me gustaría tenerlos!!! Y verlos abiertos, sentado desde la cama, viendo por el espejo tu pelo mojado. Hasta la próxima granollerense. Y si te mudas... dímelo!!!
ResponderEliminarLocuraaaa, ya no se lo que esperas... la luz de la mañana y enloqueser con ellaaaaa
ResponderEliminar(El de sempre)
Jajajaja, no será que te quedas sin palabras porque tú tampoco has dormido, Compilatio? Cruzando calles desiertas vestida con mi chaquetón negro yeyé, lo de siempre, pero esta vez sola. Y sin coger trenes. Granollers, aunque no os lo creáis, da para mucho, en serio... jajajaja. PUPUTear -aunque suene mal- y meterte en cualquier lugar después... (y no me llevo comisiones de publicidad... jajaja)
ResponderEliminarAis, Jordicine... me muero de frío, se está convirtiendo en algo traumático y todo, en dolor físico! Debe ser por el contraste de tº, que no es broma, soy de ese reducido grupo de personas de temperatura corporal de 37,5ºC... Me metería en un armario y lo convertiría en mi refugio hivernal... porque yo también los tengo vacíos. Ropa, mi chaquetón negro y poca cosa más. Hecho, me meteré en el armario para que allí se me seque el pelo, qué remedio! Fuera me muero de frío! Menos mal que soy cervecera...
Por las mañanas todo está sucio... intento darle una explicación racional a eso... porque en los días de lluvia pasa también... la luz? Los ojos? el ánimo? Quieres que te presente a mi almohada? Le saco una foto y te la envío???
Xavi... Porque yo pienso que tú estás pensando, pensando que a veces estoy loco y a veces no siento inmensa locuraaaa y sueño despiertooooooooo
Pero bueno, ya me he despertado... a ver qué es lo que pasa ahora, no? Molts petonets per tots aquells que encara de dia viuen entre somnis, i són capaços de viure'ls sense asustar-se... I mersi, com sempre.