viernes, 9 de mayo de 2008

Imagíname -En los aeropuertos no te dejan fumar-. (Tempio romano del Divo Cesare, Foro di Cesare, Roma. Riflessioni su l'Ars Amandi)




Imagíname en un antiguo templo, sentada en una cornisa caída, separando las piernas, fumándome un cigarro de tabaco de liar Drum Special y mirando al cielo.

Imagíname ilusionada, de vez en cuando. Y cerca, para volver a irme mientras te susurro al oído con aliento libidinoso que tutti i percorsi arrivano a Roma. Tan cerca que se te ericen los pelos de la mejilla, tanto que parece que me besas, que parecemos un 2 sobre que se alza monumental sobre el estilobato y, haciéndose el chulito ante las Vestas, reza con todas las bocas abiertas del imperio.
Imagíname con pasaporte, con estrechez, con hilos colgando, con toda la cristalería vibrando en mis repisas, con arañas en el pelo, con setas alucinógenas creciéndome por las orejas, con tedio. Con astucia, con Cuándos en la punta de la nariz en el momento en que descuelgas el teléfono. Con herejías y lengüetas. Cuando escondo los sentimientos en un bolsillo de Giordano Bruno para que me los guarde fielmente hasta la próxima.
Imagíname creciendo en una habitación de hotel durante tres días. Exhausta. Imagíname más pálida. No, no tengo suficiente. Esta noche he quedado con Antinoo y pienso pasear sin remordimientos mis pupilas por su tobillo, rodeándole una peca al insomnio de sus siglos.
Imagíname aburrida. Quizá necesite también todo lo demás -la piel, la sonrisa, la Casilina, el pudor y su pérdida-. Lo que siento, las bonitas palabras que salen a borbotones de tus fuentes en un domingo muy largo de vacaciones. Cogiendo el 40 hacia el Vaticano para ver si hay suerte, de nuevo.
Imagíname. Como yo imagino pliegues en la frente y en el abdomen. En los de tu mano cuando me aprietas el cuello hasta que chillo por Consolazione. Y con paredes naranjas. Apoyada en ellas. Y con balustras. Y con pena.
Imagíname abrazada a un desconocido que yo conozco en un cortile de pelos largos de Piazza Spagna y date cuenta de lo curioso que podría ser si dejases que pudiera encontrarte durante 300 noches más, seguidas.
Imagíname bien peinada, con los labios humedecidos, la melena suelta y la maleta en los pies de otra despedida. Tan sola como siempre, aprendiendo a gestionar los milenios.

2 comentarios:

  1. Ains... que me emociono... no te hace falta ser como ellas. Al menos a mi no me emociona cualquiera... idiota!

    ResponderEliminar
  2. Esta vez me quedo sin palabras. O con sóño una e ininteligible: bufff!!!

    ResponderEliminar

DIMMI TUTTO: Este es el agujerito desde el cual vuestras palabritas llegan y se quedan en el blog. Usadlo con sinceridad, sed creativos y respetad.

* Los mensajes irrespetuosos u obscenos serán eliminados .