viernes, 31 de octubre de 2008

Una de las cartas que jamás envié a Sr.Valiente - de un cuaderno- (Dentro della critica e del paragone. Via dei nudi dipinti, se ce la faccio)

Cuando me miraba lo hacía metida en su papel de inocencia, en su postura tan frágil y masturbatoria que se me hacía hasta benevolente, llegando a rozar hasta la idea de ternura. Se pavonea con placer, se retuerce. Sobre el color dorado de sus ojos de miel como gritando a los cuatro vientos tanto alarde de sensualidad (Schhhh, que no se entere Klimt de que se quedó sin beso de madrugada).
Movimientos de melena. Pon la espalda recta, no la tuerzas. Ni te muestres exagerada. Ser amable es necesario, pero no siempre. Como no es necesario que, continuamente, me hables con ese tono de voz tan intenso. Distráeme, que hoy llueve, por favor. Quítame con un cruce de luz las pecas de las mejillas. 
Me gusta ponerme tacones de aguja cuando tapo mis piernas con pantalones anchos. Y si me pongo de cuclillas, poso mis brazos entre las piernas y me arden las rodillas. A santa Teresa -y no por ser atea- le arde el pecho como si se lo atravesara la flecha. Claro, por eso un ángel la mira directamente a los ojos y sin parpadear. A ella seguro que también le arde la nuca, siempre pasa, hasta a las santas, que también son mujeres. La Venus de Urbino de Tiziano y la Olimpia de Manet yo creo que son hermanas. Y por ello se tapan, son cosas de familia. Seguro que eran bajitas. Y les arden los ojos y las manos aún. Y, por supuesto, la nuca. Me voy a atar el pelo, porque así parezco más lista. Seguro que también usaban tacones de mentira y les encantaba mirar el mundo estando agazapadas.
Los desnudos de Modigliani -a quien persigo como imantada- siempre muestran rasurado el vello púbico. Modigliani seguro que no follaba bien, porque a mal follador hasta los pelos sobran. No, no entendía a las mujeres ni las decisiones femeninas de qué librarse en cada momento y cómo hacerlo. Modigliani era un marrullero picarón. Picardía en italiano no tiene traducción, pero se asemeja a furberia. Los romanos, por tradición, son furbi. Por eso me gusta Modigliani. Pese a su fullería. Estoy haciendo memoria de pelo como lo hizo Fisas. Pues vale, hoy le declaro la guerra a los pintores italianos que no trataron bien a sus damas por paraculi y a Larry Flynt por ruín. 
Sí, no te rías, no sólo escribo cartas a extraños como entretenimiento. Ahora soy más cool y lo hago por Facebook y las dicto por teléfono a mis destinatarios. Y lo hago con los ojos cerrados. Y leo revistas de arte y éstas me ponen mirando a Cuenca porque ahora Cuenca es importante. Y no por sus retratos de tías en bolas (- Arquea la nuca, más hacia arriba). Qué gracia. Tendré que volver a Cuenca -otra vez- y dedicarme a lo que realmente hago bien, NO A ESTO. Que soy femenina, si cuando me suelto el pelo no queda ninguna duda. Pero no solo de buenos pensamientos viven los humanos, no? Va, que sí.  Si te das la vuelta te abrazo. Va, sí, pero cierra los ojos que me despisto. Que tengo que averiguar quién fue el que se negó a pintar las casas colgantes. Y no se me da bien eso de tensar los brazos para que se vean más esveltos. 
"Fuera del alcance del espectador, al que resume como voyeur" decía al escudriñar los pequeños lienzos de Vermeer. He caído. No hay duda de que nos hacemos viejos. Me autodedico un libro de protocolo, vale? Y si eso luego te doy las gracias por aguantarme hoy en esta sesión de fotos tan delicatessen y te beso como te besaría una mujer cañón. Con pasión, vale?

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