domingo, 29 de julio de 2007

Grillos y mariposas ( Via delle farfalle, Città delle bestiole)



Salir a conocer grillos. Algo tan normal como eso. Sin poder recordar sus nombres porque todos eran negros.

Jamás había visto un grillo. Yo no podía creerlo, me parecía imposible. Y con qué jugaría cuando era pequeño?
Un grillo no es un escarabajo. Y no pica.

Lo vio cuando el grillo cantó en el huequito de sus dedos. Y le hizo cosquillas. Y sonrió alucinado. A veces sólo nos hace falta el hecho más simple para recordar la magia de las noches de verano. Y asombrarnos de a genialidad de del mundo al sentirlo, juguetón y confiado, sobre las palmas de las manos.
Y no olvidaremos jamás esa noche.
Estaba harta de pubs y de música de los ochenta.
Y nos fuimos al parque con la lupa y la linterna para descubrir la fauna como si fuésemos dos exploradores. A veces necesitamos de esa excitación infantil para hacer de la vida algo más ameno. Él es urbanitas y yo no soy de campo, le debía algo. 
Y nos contamos cuentos, comimos manzanas sin gusanitos y jugamos a cricket con las hormiguitas, alumbrados por las luciérnagas. Aunque él afirmara que eran chicharras. Y seguimos el vuelo de los murciélagos que cazan bichitos y se ponen las botas, alzando las banderillas y cantando canciones de Iron Maiden. Los murciélagos nos dieron miedo. Esos sí tienen garras. Y no somos buenos cantantes, lo reconozco.
Y fue una noche preciosa.
Aunque nos despertasen los mosquitos. Y nos piquen las piernas por sus mordiscos. 
Somos hoy Adán y Eva, y miles de bichitos con muchas patas. 
Mañana, juro que le enseñaré a chupar lombrices. O lo que sea.

1 comentario:

  1. Entre encajes de nieblas color de oro
    Y explosiones de lumbre color de grana,
    Vaporosa, risueña, casta, divina,
    De improviso aparece la visión blanca.

    Viste cendal de gasa como la espuma,
    Diamantinos fulgores son sus miradas,
    Y el cabello desciende cual negra tromba
    Por la rósea blancura de sus espaldas.

    Sobre finos brocados sus pies caminan
    Con majestad expléndida y soberana,
    Y en sus mantos espiran frescos perfumes
    Dos triunfales manojos de rosas blancas.

    Al través de la gasa muestran sus formas
    Redondeces que brillan como la nácar,
    Virginales contornos de estatua griega
    Y sutil transparencia de porcelana.

    Cual radiantes joyeles de pedrería
    En torno suyo giran en ronda alada,
    Mariposas purpúreas como rubíes
    Y libélulas verdes como esmeraldas.

    Blancas pomas de nieve fingen sus pechos,
    En cuyas cimas vierten dulces fragancias
    Dos capullos ardientes como la aurora,
    Dos divinas lisonjas de la mañana.

    (...)

    "La visión blanca"- Gonzalo Picón Febres- Caracas- 1893.

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