Para quien los quiera (Senza via ne numero)

Los ojos -del demonio- se han abierto y con super poderes de XMen e incineran todo lo que miran si no encuentran en la farmacia un colirio. Decido acompañarte hasta la esquina para que no arrases mi pueblo, te dejo en el cruce y un señor de la bata blanca me vende valeriana para que ambos nos relajemos. Muy listo. No nos queda más remedio que mirarnos a los ojos el uno al otro para salvar a mi perro, a mis dibujos de caritas y a tus amuletos. 

Los ojos del demonio que sin prisas secuestraron un hemisferio entero; el ángel incendiario que vino hace años del Hades y que, sentado en una brasa, perplejo, no abrió la boca para soltar un grito, no ofreció al lobo famélico su mendrugo . Y lo vivo como el psicoanálisis de algo que fue y no acabó de suceder. Las espurnes de la hoguera que agujerearon mi abrigo sin querer. No me creo nada: todo lo que nos rodea es inflamable y yo padezco de combustión involuntaria y me enciendo. El señor de la bata blanca asegura que no puede venderme ungüentos para ésto.  

El helado Noviembre me ofreció la mortífera sorpresa: el demonio me prestó sus zapatillas de ir por casa y pasó las noches fuera. Desaparecieron los crucifijos. Se me secó el sudor y las plantitas verdes volvieron a renacer en los maceteros. Y por fin encendí la calefacción y aprendí a hacer barbacoas. Lo difícil fue acostumbrarme a encenderme yo misma los cigarros. Cerró los ojos. Y vuelvo a ser friolera. 

Los ojos del demonio, para quien los quiera.