Lo de siempre, se empieza con Bertolucci recordando áticos antiguos, se sigue reconociendo el tipo de madera de un mueble que todavía cruje, se explica la historia de los umbrales de Cardea en los que los besos eran divinos, se llega a la croqueta de patatas y al tekila que desde siempre han sido el sustento de los bohemios, se ojea cualquier callejero para encontrar el escenario preciso, se busca en google maps para confirmarlo y te da la risa perversa; que si era un jersey negro, que si estos calcetines no son cómodos y me los quito, que si un rizo te dibujaba un bucle sobre la espalda y dibujé esa imagen en el cristal empañado de un coche, que de quién era ese cuadro -con su respectivo "no me acuerdo"-, que si hoy, después de tanto invierno, por fin hace sol, que si los truenos, que si la lluvia. Que si mi marca de tabaco, que si tu portal. Y los huracanes y cómo hemos sobrevivido desde entonces.
Y otra vez el silencio y el mirar por la ventana, pero esta vez con el cuchi cuchi por dentro.
Querrías saber más sobre ésto? Sí, pero el cuadro era de Baudry. Jamás vuelvas a olvidarlo.
Y otra vez la calma tras otra tormenta. Por casualidad.
Le voy a dedicar todas mis mantas de lana a esta historia, lo prometo.