Te agobias con idioteces que tanto te dan y con las que matar el tiempo entre cigarro y cigarro, cita y cita. Entre el ven y el no quiero que vengas. Y duelen, las jodidas.
Y te acongoja la idea de pensar que tienes que coger de nuevo las riendas porque todo se te va de las manos -o dejas que se vaya, no afirmaré con rutundidad que todos somos santos-. O eso es lo que crees, porque esa cabecita endiablada y fantasiosa monta y recrea películas que quizá no existan. Pero existen. Y me lamento y no me lamento por ello porque quisiera y no quisiera formar parte de ellas. Pero queriéndolo, o no, soy protagonista o extra. Soy una calavera.
Recuerdo los besos apasionados de antes, los que realmente hacían daño físico y moral, los de amor que he guardado en la Caja de los Besos y que a veces acaricio en las tardes de lluvia; y los tiernos de ahora que se han adaptado a ese punto medio, para mi desgracia, porque en este país las floristerías cierran a las 12 o antes y no hay quiosquitos de tulipanes y rosas rojas en todas las esquinas donde comprar la flor que sacrificar para que me de el veredicto. Y siempre me quedo con la duda. Sin embargo, echo de menos todos y cada uno de esos besos. Los de ayer, los del otro día, los de esta mañana, los del mes que viene y los que jamás disfrutaré. Existe la glotonería de los besos.
Sueño con la pasión de aquel día robado que a veces, aún, me hace suspirar -todos, y uno en especial-. Por qué no lo retuve? Por qué lo hice? Por qué me condeno con los y si... y los lárgate? Y todo es inútil, y por ello jamás protesto y me resigno a perpetuarlos, todos. Mi recuerdo no es suficiente para tanto recuerdo. Mi pasión sí es suficiente para tanto recuerdo. Mi resignación no es suficiente para tanto recuerdo. Huyo. Volvemos a empezar, total, no tengo nada que perder y no me sienta tan mal trasnochar.
Y es que no soporto la idea de ver cómo todo se tambalea a mi alrededor y no poder tambalearme. Porque todo ya lo dije y siempre tengo que esperar respuestas que llegan tarde cuando ya estoy desesperada y fumándome ya el cigarro. Y siempre me maldigo por ser tan amorosa y, a la vez, tener tan poca paciencia. No soporto la idea de resignarme frente a sus coqueteos descarados pensando que pueda ser que me quiera. Mierda, me quiere? Para qué me quiere? Necesito que me quieran? Me muerdo la lengua debatiéndome sobre qué está bien y qué está mal, sobre si tú quizás estés pasando por el mismo momento, por si tú también quieres echar un trago y estás obligado a comerte el jodido gusano porque has sido el último que ha llegado. Y me enrabia pensar que mi turno puede haber pasado y yo no quiero hacer más colas. O me trae alguien la cerveza YA o no bebo en este bar. Y así vamos.
Ya está todo dicho. Espero una llamada, unas palabras, un ramo de flores, una caja de preservativos Control Spiral con retardante o una tarjetita con ositos, qué más da, siempre es así: esperar y esperar. Esperar, qué? Hay cosas que llegan de manera más rápida y se consumen más rápidamente. Y a veces no se entera nadie de que lo has hecho. Vente rápido, porfi, y quiéreme con el corazón, con la literatura o el cuerpo, pero vente. Vente conmigo.
Mala conjunción, malditos treses, malditas dudas. Pareja de dos, como todos sabemos, sin incluir al que cuenta ni al que baraja porque es casa. No es justo ser itañol, siempre alguien se queda sin disfrutar de los spaghetti porque sólo tienen 2 puntas...
No puedo hacerme la fuerte. Los de ayer, los de hoy y los de mañana. Y los petalitos de la margarita que he sacrificado con la amputación han sido crueles y precisos: me quiere. Y ya no se si es un consuelo o una putada. Porque quiero millones de besos. Y que sean de verdad, de esos de cuando no has podido afeitarte esta mañana porque has estado ocupado contándome lunares de la espalda cuando la reclinaba hacia adelante. Y quiero que sean dulces y resbaladizos, como aquellos que se dice que se dan los enamorados que no usan Control Spiral sino los Jeans, que son más baratos y se compran en el súper "por si acaso". Y también le quiero a él, aunque ya no se qué partes ni desde donde ni por donde para.
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