No dejé de fumar, un examen me hizo la vida imposible. Y lo más triste es que no era difícil, simplemente ese profesor y yo en tantos años no nos pusimos de acuerdo. Sin embargo, solucioné los desacuerdos con otro, sin darme cuenta. Y también acabamos cayéndonos bien. Ya se acabó el Capítulo II y espero el III para darle un desenlace a esta presentación que a ambos nos ha escocido. Por si acaso, sigo durmiendo con los dedos cruzados y con post-its amarillos sobre las paredes para no olvidar que es cierto que hasta mis últimos días tendré cosas pendientes. Cada día aumenta la lista y este año he coleccionado tantos que he empapelado la pared de amarillo. Y como no, cada día me siento más inculta. Porque he descubierto que la memoria es infinita y el mundo te da demasiadas oportunidades para investigar todas las cosas que no entiendes. Este año clausuraré el calendario sabiendo más y pensando que cada día soy más pequeña frente al tiempo si opto por llevarme bien con los maestros. Pero soy así, la eterna repelente cargada de bolis y libretas de hojas blancas que visita iglesias, cementerios, basureros y un Foro. Porque también hubo traslados, muchos, tantos que perdí la noción de dónde debía quedarme o abrirme una cuenta corriente para evitar los excesivos gastos de los reintegros del cajero -solucionado, este año también aprendí a negociar con el banquero, aunque con éste no llegué a entablar ninguna amistad-. De paso, me quité la espinita de pasear por París sin cogerme de la mano de nadie y no fue tan duro. Así, a partir de ahora, los reencuentros se hacen en los aeropuertos. Un amigo uruguayo me hizo ver que aquel dicho es cierto: la amistad mueve continentes. Porque los amigos de verdad, los auténticos, siempre te esperan, te comprenden, te buscan, se embarcan en viajes para poder verse media hora en un aeropuerto, y viceversa. Y aunque últimamente no seamos los de siempre ni en número ni en ánimos... nos queremos, y eso es suficiente y lo único.
Hubo también quistes revoltosos, miedo y pruebas del Sida divertidas -a que parece una paradoja?-. Hubo nervios por cosas importantes, hubo un miembrecillo más en la familia, hubo conciertos del Muchachito y visité varios hostels, hubo una temporada en la que me quedé canija y, como siempre, hubo muchas lenguas en mi vida y no me importó. Hubo orden y desorden, muchos días de biblioteca y ayunos y mucho calor. Hubo paraguas y hubo parasoles, trenes y noches en vela, eclipses desde la playa comiendo manzanas bávaras, vestidos de noche con tacones y rosas espinadas sujetadas por mi boca mientras bailaba un tango. Adioses que se convirtieron en Bienvenidos -de nuevo-, webs italianas y alguna que otra lagrimilla. Paseé vestida con el uniforme de la Flota Estelar y con la Voyager sonreí miles de veces, una vez para cada estrella de la constelación de Orión -toma ya! Acaso no es mi sol el que brilla en cada una de tus miradas?- y fui capaz de comerle la cabeza durante muchas horas a un mosso d'esquadra en Ramblas y al final, nos hicimos colegas ambos de una buena causa. Hubo confesiones, llamadas interminables de madrugada, un Sant Joan Pirata, lluvias de estrellas y un concurso que ganamos. Y aunque me cueste creerlo, volví a Cuenca. Sigo sin cortinas en las ventanas, sin depilarme las cejas y sin ir a la playa de día. Sigo soñando con agua y me sigue persiguiendo el mirlo avisándome de algo que creo que va a ser importante. Hubo de todo, de lo bueno, de lo muy bueno, y de lo malo -y agradezco al destino que este año no me hiciese vivir nada realmente tan malo-. Hubo problemas con Renfe, y no supe ya desde donde partir. Mis grandes decisiones sigo tomándolas en la estación, en eso, año tras año, soy tan larga como las vías del tren. Pero me hicieron esperar tanto que me aburrí y volví a casa. Desde entonces me aficioné a los autobuses y a las furgonetas. Para poder cambiar de opinión sin que me duela...
Un nuevo año. El horóscopo -el de Leo, que releo mientras escribo esto- me augura un año de amor y ganancias económicas. También de viajes muy largos. Ya veremos desde qué ordenador, acompañada de quién y desde dónde repienso este nuevo año... me apunto en la pared de papelitos amarillos esta nueva cita... y de paso, cambiaré la agenda, que se me queda sin páginas...
Un año más, otro como tantos, con tantos momentos inolvidables.
Gracias a todos (por lo que sea).