Desde arriba todo se ve diferente. Cuando soy una Serpiente. (Città dei Bassi, Corve, Grattacelli e FotoXL. Perché sento la tua mancanza sinuosa)

No se cómo esquivar los  desiertos que hacen que me contornee y que mutan mi cuerpo en el de una serpiente - o no se fotografiar otros paisajes-.  Dice: my wild love was running... he walks all the day... Trepo escaleras y me arrastro sin aliento hasta llegar a casa cuando las nubes amenazan lluvia. Necesito sol, soy de sangre fría. Verano, golpe y cabeza rapada. El deseo que se escabulle en una copa de Cardhú Reserva y se acaba justo cuando es tarde y la hoguera y el abrigo y la mano se van a la mierda. 

Las serpientes no tocan la guitarra con los dientes como Hendrix y necesitan taparse con mantas en invierno. Adoro a Hendrix desde que cantaba Foxy Lady, ok, pero tampoco tanto. Tijuana, licor de lagarto. Nosotros lo bebimos por casualidad, hace muchos años en un cibercafé, el del gusano, digo. Fue una noche bonita y dura: reptamos pasillos, me confesó que era esquizofrénico y nos rascamos la piel contra las paredes para ver si nos deshacíamos de algo, por probar. 

Repito la palabra Mágica. Serpentiiiii. Pero qué va, ya no se abre la puerta en la roca. Supongo que me he quedado sin tesoro y sin escondrijo. Vale, pues a tientas y de estranjis. Me escabullo por un agujero de la pared y me escondo en tu cama. Como una lipped-keelback, silenciosa, callada, atándome las botas cuando despierto y desespero porque vuelvo a ser humana con veneno en los dientes porque ayer con tanto licor olvidé lavármelos. Russe blanc o negro, creo. Mis zapatos de hoy son negros, también mi melena. Me despeino si llueve, se me ensortija con una caricia suave: del pecho a las caderas apoyándose en mis huesos. Crujo y me retuerzo y escandalizo al resto de reptiles con mis gestos elegantes. 

Dormir despreocupadamente a la sombra de sus senos, como una plácida aldea al pie de una montaña -decía Baudelaire, cada noche.  Me deshago de su espalda y me visto de Cacharel como la serpiente del Árbol de la vida que busca la vida trepando las ventanas cerradas de un ático. Como todas las cosas mudas, como las eses sordas. Hay allí una serpiente -con artículo femenino, la serpiente- que rebusca y rebusca por los bares  las manzanas rojas de los cócktail Tatanka. Grid, que espera el trueno arañándose las escamas porque no sabe dónde anda la Varita Mágica y tiene sed; sí, sí, se parece a Grid, pero con las ojeras encendidas de cuando no duerme. - Dos, porfi, Uno muy cargado. Paga él.  

Cubriéndose el pecho con los brazos, con recuerdos de abrazos, se queda sin extremidades. 

Haciendo resonar sus cascabeles graciosamente mientras se larga. 

Suspiro y te doy de beber el Cardhú con el pie a lo Tarantino porque el vaso con culo de cristal denso se me hace demasiado aburrido. Gea Mestiza se ha quedado sin la Pureza de la Raza de Cronos y, receptiva, se pavonea exultante pidiendo más poder. Emborráchate de serpiente, -decía-. Estamos por fin -y menos mal-, despiertos y hasta la próxima. Pues eso. Hasta la próxima.