martes, 8 de noviembre de 2011

The Sharp Sound of Blades


Y perder los papeles. Frenéticamente, como si bailásemos The Sharp Sound of Bades de Linea 77. Gritar en los estribillos, agitar la cabeza y las caderas envueltos de la atmósfera vaporosa de una habitación de paredes verde oscuro y montones de periódicos y de diarios amontonados por las mesas. Y hacerlas volar. Darnos un descanso para mirarnos con todo el odio que puedan acumular nuestras miradas. Besarnos con brutalidad, hacernos sangrar las encías con los golpes y arañarnos los nudillos en cada gesto violento. Pedir clemencia, con mucha astucia y temblar con un sólo de batería muy acelerado. Exagerar el impulso, de forma vertiginosa, sin protocolo y sin muchas contemplaciones. Hacer los coros dejando gemir a todos los demonios que se han liberado. Acojonarse. Despeinarse en este baile acelerado y orgiástico. Adorar al monstruo. Batir el cetro contra el suelo cuando suba el volumen. Y desmoronarse.

Vale, se me ha ido un poco la pinza, pero es que era un harcore punk y medía un metro noventa...