Quizá deberíamos hacer como Gauguin y hacer ver que renacemos en Tahití. Y ya de paso nos encontramos con el origen de nosotros mismos, que queda muy espiritual y siempre queda bien explicarlo en los currículums. Y decepcionarnos con tanta lluvia, tanta prostituta y acabar cambiándonos los nombres de pila por otro de flores carnívoras. O hacernos amigos del Capitán Nemo para que nos invite a acompañarle en un crucero de alto standing que no detecten los radares de los controles de alcoholemia. Yo voto por irme a Nauru, el único país del mundo en el que no existen las rubias.
Te imaginas posando en un cuadro con cofia y un pezón fuera, entre la niebla? Te lo imaginas?
A un lugar desierto para hacerte íntimo de una pelota mugrienta a la que le crece una selvática melena de pothos enredados. Entre piedras huecas y cabezas en las que anidan los gusanos, entre los macizos del más abismal ingenio, las que flotan y te suavizan los callos de los pies.
Hay glaciares azules entre la lava gris, la de formas más sinuosas. Y la saliva vuela hasta la playa cada noche de 9 a 5.
Entre paletas de pintores y cinceles hay una butaca de piel marrón, Quizá Sârtre se sentara allí para sentir cómo pasan de lentas las horas y como éstas amarillean los retratos en papel. Regálame margaritas, porfi, deséame todo lo bueno otra vez.
Lugares desde los que se envían cartas, se mandan besos románticos y se maldicen las tormentas. Voy a mandarte besos de tornillo muy muy muyideales para que me recuerdes. Esto me resulta muy empalagoso. Decide tú qué me devolverás a cambio. Y, por favor, no tardes.
Hay una península en tus ojos, ese malecón en espiral que nadie más ha visto. Te han visto pasear por ciudades empapeladas en rosa fucsia y esconderte de las sombras imposibles que se proyectan en las plazas arrugadas por la lluvia. En los míos, hay millones de margaritas que se cobijan entre las fisuras de las tumbas. Y veo agujeros negros, ropa por el suelo, huracanes y mofetas.
No te olvides de ponerle una fábrica de cerveza, que a mi la absenta se me indigesta.
Deberíamos llegar siempre tarde, como en las bodas o en las celebraciones que incluyen fuegos artificiales o tunas. Hacer un quilt con las servilletas de iniciales de los hoteles de la Toscana. Desayunar Tiramisú cada día como un auto de fe. Y andar con los pies descalzos hasta que se nos enrojezcan.
Te juro que habrá por ahí algún lugar en el que no nos hagamos un lío ni con los pasillos ni con los cables. Nunca llegaremos a Lisboa besando ranas. Creo que ha llegado el momento de besar comadrejas.
You'll be mind someday. Someday.